Mi primera vez… en redes sociales
Todos tenemos una primera vez para todo. Esto se nos olvida fácilmente cuando llevamos mucho tiempo haciendo algo determinado (como caminar, hablar, escribir, conducir,…). Hoy quiero hablarte de mi miedo a mostrarme en mis inicios en redes sociales cuando empecé como coach.
Aunque en realidad ya estaba algo familiarizada con las redes a nivel particular porque cuando me fui de viaje de mochilera con mi pareja en 2012, teníamos blog y Facebook (y posteriormente, Instagram) donde compartía parte de nuestras aventuras.
A mí me encanta escribir, creo que es muy terapéutico y lo disfruto (cuando tengo tiempo y no como obligación). Y me apasiona la fotografía, el intentar capturar la belleza de un paisaje, de un templo, una puesta de Sol, gente… Así que combinaba mi sentir y mi experiencia personal, con información del lugar y fotos que hacía yo. Pocas veces salía yo en ellas… y nunca salía en los vídeos ni hablaba porque no me gustaba nada mi voz.
Mi miedo a mostrarme
Cuando decidí emprender fue con la idea de trabajar online, para tener libertad. Ya estaba viviendo en el campo, así que seguía siendo coherente conmigo misma, y sabía que para eso iba a tener que mostrarme.
Poco después de empezar a estudiar coaching, contraté a mi coach y primer mentor porque tenía muy claro que quería que fuera mi profesión y no estaba yo para ir perdiendo el tiempo… ¡con todo lo que me había costado descubrir qué quería hacer!
Una de las primeras tareas que me puso fue grabar un vídeo presentándome en un grupo privado de Facebook donde todos estábamos en el mismo mundo (coaching). Solo tenía que decir mi nombre y lo que estaba estudiando. ¿Sabes qué pasó?
Que del pánico que me daba solo pensar en mostrarme, enfermé: anginas, fiebre, dolor de cabeza…
Después de varios días de sentir una lucha interna entre mi ilusión y mis ganas y mi vocecita súpermegahiperautocrítica (que en realidad solo era la portavoz del miedo a mostrarme que sentía) me decía que iba a hacer el ridículo, que se iban a reír de mí, que me iban a dejar comentarios horribles y hasta me iban a insultar… (sí, como si la gente no tuviera nada más que hacer), recuerdo preguntarle a mi coach: «¿vale si me tapo la cara?».
Su respuesta fue: «hazlo como quieras, pero hazlo».
Tardé una semana (¡una!) en grabar un vídeo de 35 segundos. Y lo hice así: con la cara tapada.
¿Sabes qué vino después de ese primer vídeo?
Me propusieron dar mi primer taller en un centro cívico (esto te lo explicaré en otro post), unos meses después me hicieron una entrevista en directo en Facebook sin saber qué me iban a preguntar, luego otra en formato podcast, luego me lancé a un evento presencial de fin de semana, a talleres online y, más recientemente, me han hecho un par de entrevistas en la radio.
Cada una de esas cosas que he ido haciendo han supuesto muchos miedos, algunos conocidos y que siempre me han acompañado (y que creo que lo seguirán haciendo toda mi vida) y otros que desconocía.
A todo he dicho que sí porque, además de encajar conmigo, supone un reto, un crecimiento, un mirar hacia esas partes de mí que desconozco, comprenderlas y aceptarlas.
Te entiendo perfectamente
Así que sí, entiendo perfectamente ese miedo, pánico que puedes sentir al hacer algo nuevo, algo que supone un dejar de esconderte y seguir creciendo en otras áreas. Sé lo que hace mi cuerpo como reacción a mis pensamientos (tener anginas para evitar hablar por el dolor, por ejemplo).
¿Sabes qué también sé?
La satisfacción de dar ese paso, de hacer algo que crees imposible o que no va contigo porque «tú eres…». También sé que ese paso te acerca aún más a esa persona que quieres ser, esa persona capaz de conseguir lo que deseas. Porque de eso se trata, de convertirnos en esa persona capaz de hacer lo que quieres, de cumplir tus objetivos, de pensar, sentir, hacer… como tú quieres.
Por eso es importante trabajar tu mentalidad, alinearla con lo que deseas, para que sea tu aliada y no tu enemiga. Si te interesa más este tema, te dejo esta breve publicación sobre Mentalidad y Actitud.
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